Beneficios de los irrigadores dentales

Lo que conocemos por irrigador dental es un dispositivo que sirve para remover los restos de comida que puedan haber quedado entre los dientes y encías. Por medio un chorro de agua a presión se aplica en las distintas partes de la boca y logra que estos residuos, que no han podido ser eliminados con el cepillado por estar en lugares poco accesibles, puedan finalmente ser removidos. Gracias a la acción del agua a presión, también puede reducirse la acumulación de sarro, y su efecto sobre las encías es igualmente beneficioso.

La limpieza en profundidad es su beneficio más evidente, pero no el único. La acción del chorro de agua evita que la placa se vaya formando, y por tanto tiene un efecto preventivo ante la aparición del sarro.

También puede decirse que las encías salen beneficiadas, porque el efecto masajeador del agua hace que el posible sangrado o la inflamación se reduzcan.

La sensación de frescor que se obtiene con su uso es otro gran beneficio. En personas que tienen problemas de halitosis puede suponer un gran cambio, ya que ayuda a que pasen de notar esa desagradable sensación de mal sabor a una experiencia de máxima limpieza (si bien esto no significa que el problema del mal aliento se vaya a solucionar, pues para ello hay que tratar las causas que lo provocan).

Otros beneficios que podrían señalarse son su gran accesibilidad (no es un tratamiento que requiera visitar al odontólogo y tiene un precio asequible) y la confianza que proporciona al individuo sobre su higiene bucal.

Una dentadura que sea tratada regularmente con un irrigador es también menos propensa a acumular manchas o tender a que los dientes amarilleen por efecto del café.

En definitiva, se trata de un aparato que aporta un gran número de beneficios y que por el contrario, presenta muy pocas desventajas.

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